Analisis de la cancion

Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
y es verdad porque el mio
me lleva cada noche al hueco que te nombra
y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas;
luego apago tus ojos
y duermo con tu nombre besando mi boca.

Ay, amor mío,
que terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
sin tu latido.

Que el final de esta historia,
enesima autobiografa de un fracaso,
no te sirva de ejemplo,
hay quien afirma que el amor es un milagro
que no hay mal que no cure
pero tampoco bien que le dure cien años;
eso casi lo salva,
lo malo son las noches que mojan mi mano.

Ay, amor mío,
que terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
sin tu latido.

Aunque todo ya es nada,
no se por que te escondes y huyes de mi encuentro.
Por saber de tu vida
no creo que vulnere ningún mandamiento;
tan terrible es el odio
que ni te atreves a mostrarme tu desprecio,
pero no me hagas caso,
lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo.

Ay, amor mío,
que terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
sin tu latido.

Ay, amor mío,
que terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
sin tu latido.

Ay, amor mío,
qu terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
sin tu latido. 

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En la primera estrofa el autor hace referencia al refrán  “Todos los caminos conducen a Roma” representando a su vida como un camino que conduce siempre al mismo destino, su amada. Cada noche la recuerda primero con una sonrisa, luego con un insulto por el dolor de la perdida y finalmente con resignación por haberla perdido.

En el estribillo de la canción el autor se refiere al terrible dolor que le causa la ausencia de su amada expresando el deseo de no estar vivo y describiendo cuanto extraña no tenerla a su lado.

En la segunda estrofa asume el fracaso del amor perdido reconociendo el milagro de haber amado pero el daño que causa cuando ese sentimiento no es retribuido. Nuevamente haciendo uso de un refrán popular “No hay mal que no cure pero tampoco bien que le dure cien años” deja al menos un destello de esperanza y termina nuevamente demostrando el dolor y las lágrimas derramadas todas las noches las cuales mojan su mano.

Finalmente en la última estrofa el autor le reclama querer saber de su vida, sin romper ningún compromiso que ella haya asumido, al ver que este pedido es negado él lo interpreta como una señal de odio o de desprecio y al no poder aceptar esta negativa prefiere asumir que no entiende al mundo.